Friday, December 14, 2012

Los últimos seis meses del 2012.

Después de la que llamo "La mejor experiencia de mi vida", es decir vivir en Europa, estudiar la maestría y viajar por el mundo, regresé a México por mes y medio, periodo al que denomino "El peor periodo de mi vida en mucho tiempo".

Esas seis semanas me la pasé llorando, durmiendo, peleando con mi hermana, molesta con la vida, además de correr entre casa y el hospital haciéndola de enfermera de mi madre y de  mi hermana a quienes operaron. No aceptaba que se hubiera terminado, sentía que no encajaba y que yo no formaba parte, vamos ni tenía una habitación para poner mis cosas, ya que mi recámara era la bodega de mi hermana que estaba cambiando su piso. Simplemente todo mal.
Hoy a la distancia lo veo como una nube gris que me tenía cegada, que me tenía fatal y de la que simplemente huí. En cuatro días se resolvió mi problema. El miércoles en la noche compré mi boleto de avión, y el domingo estaba volando para Boca Ratón, Florida, a casa de mis tíos.

Así comenzó mi periodo de "pausa, asimilación, aceptación y adaptación". Yo pensaba que aquí se acabarían mis problemas, pero olvidé lo siguiente: "Everything you're running away from, is in your head", en efecto, olvidé que no se puede huir de uno mismo, olvidé que las cosas cambian y que nunca nada va a ser igual. Ilusamente pretendía que esto fuera igual que España, pero esto no es ni remotamente parecido.
Pasé de la libertad e independencia absoluta en España, a la libertad e independencia con límites en México, a la dependencia total y absoluta en Boca Raton; pasé de las grandes ciudades a un pueblo, de tener amigos y planes a no tener a nadie, sólo una compañera de clases de 75 años, de desvelarme por salir de fiesta a que la luz en casa se apagara a las 9:30 o 10 pm. Pero lo más importante es que pasé de creer que estaba bien, a darme cuenta que llevaba mucho tiempo deprimida, a darme cuenta que no se pude huir para solucionar los problemas y que había reprimido muchas cosas y estas habían regresado.

En resumen estos seis meses en Florida han estado llenos de todo, de mucho descansar, mucho dormir, conocer otras personas, de ir seguido al mar, de leer, de aprender a hacer smoothies, wraps, cafés, de practicar inglés, jugar y aprender de niñitos, de mucha reflexión sobre qué quiero y qué no, de extrañar algunos días y de valorar lo que tengo, de aprender a ser tolerante, de entender procesos mentales que para mi no son lógicos, de conocer puntos de vista que muchas veces no se parecen a los míos, de enfrentar la inmadurez con "madurez", de aprender de otros países, de otras culturas, de darme cuenta de que cuando se quiere se puede, de planear, de pensar en grande, de sentirme sola, y de pronto demasiado acompañada...

Aquí he conocido a personas con un corazón gigante, con sus propios problemas, pero con ánimo de salir adelante. Mis días simplemente han tenido sentido por ir al inglés y compartir con ellos. Se volvieron como una familia multicultural, de la que ya me duele decir hasta pronto. Por esas personas doy gracias, porque han hecho especiales estos días, por mis tíos que me han dado todo su apoyo, pero en especial por mi amiga Andrea, ya que ha sido quien me ha ayudado a adaptarme, a no sentirme sola y a armar una vida en este lugar.

A un mes de volver a casa hoy puedo decir que estoy lista, que ya quiero regresar y que estoy muy agradecida par este periodo de "paz" que tanto necesitaba.
Estoy lista para seguir adelante, ya  he tomado fuerzas  para continuar.
Estoy lista para enfrentar lo que venga con una sonrisa, para decir para decir Sí  a lo que la vida me traiga, y tengo fe en que todo será para bien.
Estoy lista para trabajar para que mis sueños y metas se cumplan.