Wednesday, April 14, 2010

Luchando por ser una mujer adulta


Desde siempre he tenido mucha comunicación con mi mamá, sin embargo, por un error donde la curiosidad ganó, se rompió la confianza que alguna vez llegamos a tener.

Dejé de contarle mis cosas, de compartir con ella abiertamente lo que pensaba, lo que sentía... perdiéndose así uno de los capítulos más importantes de mi vida.

La distancia y diversas circunstancias hicieron que nos acercáramos nuevamente, pero sobre todo, esas ganas de gritar a los cuatro vientos: "Soy una mujer adulta que puede tomar sus propias decisiones y que necesita sus tiempos y espacios".

¿Qué es lo que busco?

¿Libertad? Toda la tengo. Puedo salir a donde quiero, el día que quiero, llevar mi auto a todos lados, quedarme a dormir con amigos y amigas, ir de viaje, llegar de vez en cuando más tarde de mi hora de llegada (3:00 am)

¿Más comunicación? Puedo hablar cualquier tema con mis papás. El que sea.

Ahora que lo pienso con detenimiento, realmene no sé con exactitud porqué estoy luchando, pero siento esa necesidad de hacerlo. Creo que simplemente busco ser abiertamente una mujer adulta, decir las cosas como son, claro que con sus debidos límites, sin la necesidad de tener que inventar alguna excusa para poder vivir en libertad y con apertura mi vida sentimental y sexual, que a pesar de todo es privada y personal. Todo esto independientemene de si tengo o no una relación formal o estable con alguien.
Llegar a este punto en el que disfruto de los beneficios de esa relación familiar, no ha sido fácil. Se ha logrado después de muchas discusiones, peleas, alegatos de razones, llantos, e incluso casos en los que por defender una postura hemos llegado al "agarro mis chanclas y me voy".

Este último capítulo comenzó hace un mes, cuando mi mamá y yo fuimos al cine y por unas bebidas refrescanes. El tiempo se fue volando y la conversación se puso interesante: la actualicé de las historias importantes en mi vida, escuché las anécdotas que ella nunca antes me había contado y abiertamente hablamos de las implicaciones de una vida adulta, en la que el placer va de la mano con la reponsabilidad y las consecuencias de los actos. "No soy más una niña y no quiero mentir, no quiero buscar pretextos para decir que quiero estar con alguien, necesito espacio y tiempo para poder hacerlo". Por seguridad sabrás de manera honesta dónde y quizá con quién estoy, por respeto mutuo, no habrá detalles al respecto.

El trato se cerró y de manera comprensiva lo aceptó. Sin embargo, no era la primera vez que pasaba, sus palabras podían ser lo opuesto a los hechos.

Así fue...
Primero el silencio, llegaron los pretextos como: "no traes licencia, te lo digo por tu seguridad que tal que te pasa algo, ya es tarde (9:30 pm), regresa ahora..." y terminó con "haz lo que quieras" y colgó el teléfono.

Sabía que no iba a ser fácil, que ella estaba intentando asimiliar la situación, que quizá esa noche no iba a dormir y que no supo cómo reaccionar ante eso inesperado. Todo esto su mensaje me lo reafirmó: "Disculpa. Me preocupo por cuestiones de seguridad y económicas, se me olvida que eres solvente y que total, cualquier cosa pues lo pagas. Únicamente por favor ten protección. Nos vemos mañana."

No había una guerra por ganar, sólo era un campo en el cuál la idea era avanzar, y esta vez lo había hecho a pasos agigantados.

Esa noche, como una mujer adulta volví a mi casa a dormir como lo he hecho desde siempre.

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