La razón entró en mí, la cabeza fría me permitió pensar en lo que estaba haciendo, lo que estaba arriesgando por vivir aquello a lo que mis decisiones me estaba llevando.
A decir verdad, no había mucho que pensar, sabía que la respuesta era sencilla, NO.
Sin embargo sus palabras retumbaban en mis oidos y me daban vueltas en la cabeza, aún cuando sabía que no era lo que quería y que no me hácía sentir lo que ya conocía.
La decisión estaba en mi y sólo en mi. Pero la costumbre pesaba, la sola idea de su ausencia frenaba mi decisión. Aún cuando los momentos en que estuvimos juntos fueron relativamente escasos.
Intentaba recordar una y otra vez sus mentiras, sus misterios, sus arranques infantiles, su inmadurez, el poco valor de enfrentar las cosas cara a cara, el poco tiempo y valor que me daba, su silencio... sin embargo, aún a pesar de eso me era difícil dejarlo.
La comparación era simple: Cuando el refigerador está lleno, aunque no tienes hambre, sabes que en cualquier momento en que te dé podrás acercarte, abrir la puerta y encontrar cualquier cosa que satisfaga esa necesidad.
Su ausencia era equivalente a tener el refrigerador vacío, ya que aunque no tenía hambre, sabía que en el momento que me diera no habría nada para saciarla. Conformista.... quizá.
Pero el vaso se llenó. Racionalmete sabía que era momento de dejarlo ir, por mi propio bien era momento de dejar de arriesgarme de más, seguir mi vida, buscar lo que realmente quería.
¿Dolor? no sentía, ¿Tristeza? no sentía, pero sí un ligero sentimiento de pérdida y enojo conmigo misma por no hacer caso a las alertas, por no escuchar y por dejarme pasar límites que nunca debí.
Mi ego estaba herido, quería que me pensara, que me extrañara, que me buscara y eso tarde o temprano iba a pasar, el punto era tener la capacidad de responder firme y segura "NO", a lo que al momento quería decir Sí.
Un día mas tarde con la cabeza fría, pensando en mi, supe que el inicio era aceptar el error y convencerme a mi misma que lo mejor era buscar ayuda.
A decir verdad, no había mucho que pensar, sabía que la respuesta era sencilla, NO.
Sin embargo sus palabras retumbaban en mis oidos y me daban vueltas en la cabeza, aún cuando sabía que no era lo que quería y que no me hácía sentir lo que ya conocía.
La decisión estaba en mi y sólo en mi. Pero la costumbre pesaba, la sola idea de su ausencia frenaba mi decisión. Aún cuando los momentos en que estuvimos juntos fueron relativamente escasos.
Intentaba recordar una y otra vez sus mentiras, sus misterios, sus arranques infantiles, su inmadurez, el poco valor de enfrentar las cosas cara a cara, el poco tiempo y valor que me daba, su silencio... sin embargo, aún a pesar de eso me era difícil dejarlo.
La comparación era simple: Cuando el refigerador está lleno, aunque no tienes hambre, sabes que en cualquier momento en que te dé podrás acercarte, abrir la puerta y encontrar cualquier cosa que satisfaga esa necesidad.
Su ausencia era equivalente a tener el refrigerador vacío, ya que aunque no tenía hambre, sabía que en el momento que me diera no habría nada para saciarla. Conformista.... quizá.
Pero el vaso se llenó. Racionalmete sabía que era momento de dejarlo ir, por mi propio bien era momento de dejar de arriesgarme de más, seguir mi vida, buscar lo que realmente quería.
¿Dolor? no sentía, ¿Tristeza? no sentía, pero sí un ligero sentimiento de pérdida y enojo conmigo misma por no hacer caso a las alertas, por no escuchar y por dejarme pasar límites que nunca debí.
Mi ego estaba herido, quería que me pensara, que me extrañara, que me buscara y eso tarde o temprano iba a pasar, el punto era tener la capacidad de responder firme y segura "NO", a lo que al momento quería decir Sí.
Un día mas tarde con la cabeza fría, pensando en mi, supe que el inicio era aceptar el error y convencerme a mi misma que lo mejor era buscar ayuda.
No comments:
Post a Comment