Sentada frente a la azul playa de Hawaii, me di cuenta que no sabía vivir sin presión, sin tener que preocuparme por la hora, por tener que hacer algo, por terminar pendientes, en pocas palabras me hice conciente de que vivo la vida contra reloj.
Por un minuto sentí que pasar tiempo sentada sobre el pareo disfrutando de los rayos del sol sobre la piel, de las distintas tonalidades de azul, escuchando el sonido del mal, y siendo el viento, en vez de ir a recorrer y "aprovechar" el tiempo, era como perder el día.
Dos minutos después recapacité y pensé que de eso se trata la vida, de disfrutar del momento y de darme el tiempo de hacer "nada" para pensar en uno mismo, disfrutar de la naturaleza y de la compañía de las personas que están a mi lado.
1ero de noviembre de 2010
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