La última noche en Bélgica es una de esas para recordar.
Había sido anticipada la promesa de perdurar por el sólo hecho de comenzar entre risas y bromas con tanta naturalidad. "Hola" y una respuesta en español que me hizo reaccionar y saber que me entendían, un "la edad no se pregunta, pero ¿Cuántos me calculas?" R: "mmm… treinta y…" Seguido del más sincero, franco y simpático "hija de puta!!!" que me hayan dicho jamás.
Intercambio de teléfonos y la promesa de salir por la noche a dar una vuelta y beber una cerveza por Bruselas, él y yo.
Dos cosas teníamos en común. La primera quedarnos solos en un lugar nuevo para ambos, él llegaba a vivir mientras que para mi era mi única y última noche de juerga tras haber despedido a Karina que había partido hacia Holanda, y la segunda era Madrid, la ciudad en la que él hasta esa mañana había vivido durante ocho años y para mi, mi casa.
llamadas cortadas, mensajes sin responder por falta de crédito, favores de Carmen y Juli que desde la distancia nos ayudaron para poder encontrarnos fue el inicio de la noche que siguió entre anécdotas, marcha de un bar a otro, prueba de más de seis tipos de cervezas diferentes, miradas, juegos de manos y risas que hacen que "Delirium" de cierta manera sea especial.
Un paseo por la ciudad, la búsqueda de comida, Elvis Crespo, un baile, unas papas con tampico, la gente pasar a nuestro alrededor, una regadera, palabras al oído, una despedida con un largo abrazo cariñoso y un "Adiós" que le dan la bienvenida a su estancia y la despedida a un gran viaje.
1 comment:
Una regadera.... mmmmhhh ricachón, ¿no?
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