Dos han sido las veces que me he salido de mi casa.
La primera por un enojo tonto con mi papá, en el que la consecuencia de llegar a mi casa a la 1 am en domingo de Óscares fue encontrar la puerta de mi casa cerrada con llave y pasador. Recuerdo perfecto esa noche, él bajó y desde el barandal me dijo que no eran horas de llegar, le pedí mi computadora del trabajo y ropa porque al siguiente día tenía ue trabajar y su respuesta fue "NO ven mañana a buena hora".
Nunca me he caracterizado por ser sumisa, por quedarme callada o con los brazos cruzados, así que muy por el contrario de la reacción que mi papá esperaba que tuviera, que me sentara junto a la puerta y le rogara que me dejara pasar hasta que abriera... #NOT, agarré las llaves de mi coche y sin esperar si quiera 10 minutos, arranqué y me fui.
Sin rumbo al principio, pero de inmediato a mi mente vinieron 3 personas, la primera Jess, mi amiga incondicional a quién pedí asilo por esa noche; la segunda Karina, a quién le avisé lo que estaba pasando y a dónde iba, le pedí que al día siguiente fuera a mi casa por la computadora y por ropa; la tercera persona Alejandro, quién desde Nueva Zelanda me tranquilizó y me acompañó durante el camino a casa de mi amiga.
Como era de esperarse, a Karina no le dejaron pasar por ropa, ni por la computadora, así que al día siguiente muy temprano entré a la casa y sin más, saqué mis cosas y me fui.
Esa noche regresé a casa, muda y evitando el encuentro.
Nunca más se tocó de nuevo el tema.
La segunda vez un pleito menor entre hermanas donde no debieron meterse los mayores fue el motivo de la peor de las salidas. La pelea llegó a tal punto que a media noche, saqué mi ropa, mis objetos importantes, dejé mi coche y me fui con la persona que estaba todo el tiempo al pendiente de mi.
Mi papá me pidió perdón, sin embargo, en un mes no volvía a la casa, ya que volver significaba tolerar y permitir que el día de mañana cualquiera hiciera lo mismo que pasó esa noche. Me ofreció mi auto de regreso, pero se lo rechacé, ya que aceptarlo era quedarme por lo material y ese no es motivo para tolerar circunstancias como aquella.
Pero el muerto y el arrimado a los 3 días apestan, en casa de la niña con la que me quedé fui motivo de grandes pleitos. Nuevamente me salí dejando claro que no iba a permitir malos tratos ni de mi familia, ni de nadie.
Llegué a casa de una de mis mejores amigas, en donde me trataron muy bien. En ese tiempo pensé, refleccioné, aprendí, crecí y conocí muchas cosas que me hicieron madurar, valorar y darme cuenta que puedo salir adelante sola.
Actualmente mis ganas de buscar un espacio para mi, vienen simplemente de la necesidad de tener mi propio espacio, de probarme a mi misma que puedo volar, de reducir distancias y ser independiete.
Anoche la segunda parte de "luchando por ser adulta" vino a confirmarme justo eso.
Es momento de volar.
Una de las consecuencias de crecer es afrontar nuestros actos con responsabilidad y eso hice ayer. Sin más, decidí como lo acordamos Paty y yo, decir las cosas tal cual son, sin embargo su reacción fue comunicarle a mi padre lo que estaba pasando.
Como tocaba, afronté las cosas y dije lo que quería hacer. Sin embargo, ante tal afirmación no tuvieron mucho que decir, más que "¿cómo es posible que mandes esos mensajes?,¿cómo dices las coasas así?, !!¿¿qué te pasa??¡¡, no estás haciendo las cosas bien..." cuando realmente ante la transparencia de la verdad, las palabras de impotencia llenaban los silencios que hacían notar su incredulidad ante la situación.
Nuevamente no hay guerras ni batallas qué ganar. Lo hago por mi y por nadie más.
Sin embargo, los reproches diarios de "mira la hora que es, te la vives en la calle, no tienes límites, siempre tienes que estar en todo, estás sobre pasando las libertades que se te dan, no duermes, mírate cómo estás, te estás mal pasando, tus amigos son una mala influencia, tienes un trabajo que en pocas palabras está descalificado por los horarios que tienes y porque no te dan prestaciones, nos preocupa tu seguridad, estás buscándo tener un accidente..." a mis 25 años, a decir verdad comienzan a cansarme y darme motivos para sin miedo alguno, por tercera vez agarrar mis cosas y salir definitivamente.
Que son procesos y ciclos en que los padres imponen sus reglas y controlan con lo único que pueden cuando los hijos crecen, lo entiendo, que sigo en su casa y tengo que acatar sus reglas, también es cierto. Entiendo su preocupación, y no estoy buscando un pretexto para hacerlo, pero creo que es momento de hacer las cosas bien, de buscar mi espacio, de hacer mi vida como hasta ahora, de afrontar responsabilidades que seguro no serán fáciles, pero que al final me harán crecer y madurar.
Siempre he pensado que el día que lo haga tendré que irme por la puerta grande, no huyedo por un pleito, ni por un berrinche absurdo, sin embargo, no puedo negar que este tipo de cosas aceleran el proceso.
A diferencia de mis papá y desde mi parcela considero que tengo un trabajo estable que me permite solventar mis gastos, un grupo de amigos dispuestos a apoyarme, a compartir esta experiencia y sobre todo las herramientas y la actitud para salir adelante.
No puedo negar que me molestan las "nuevas reglas" consecuencia del arrepentimiento de mi padre por las libertades que siempre me dio, como llegar entre semana a más tardar a la 1am (regla que mi mamá modificó a las 11pm) y los fines de semana a las 3 am, sino la puerta estará cerrada, hacerme cargo de mis comidas (prepararme todos los días), decir dónde estoy todo el tiempo... cuando tengo las responsabilidades de adulto y me restan los derechos o libertades que he tenido.
Hoy con todo el sentimiento y enojo que la situación me produce, sólo puedo decir que mientras siga aquí, así lo haré. Seguiré sus reglas y me limitaré a decir lo básico sin mayores detalles. Me quedo con la sensación de que intenté mantener una comunicación abierta con ellos, y que no funcionó.
Tristemente creo que todos los que me dijeron que esa línea entre padres e hijos no se puede perder de vista, tenían razón. Que es una tontería intentar ser abierta con ellos, ya que simpre van a tener la "sartén por el mango" y que todo lo que digas, en algún punto de la vida será utilizado en tu contra.
¿Que lo hacen por mi bien? Quizá.
Sin embargo me pregunto ¿Si no es ahora, cuándo?... Después menos será el momento de salir y de disfrutar.
Finalmente, si el precio de mi tranquilidad, de mi libertad, de su paz mental y de nuestra sana convivencia es mudarme... entonces espero pronto decir "Lo estoy pagando".
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