Vivimos a lo largo de más de 15 años experiencias buenas y malas en las que tuvimos que aprender a convivir, tolerar, respetar e incluso perdonar para que la amistad siguiera a flote.
Hoy por indiferencia, por no querer hablar, por falta tolerancia, de ganas de resolver las cosas e incluso inmadurez se está yendo por la borda la amistad que prometimos sería por siempre.
Quizá estoy intentando luchar contra marea al intentar que todo vuelva a ser como antes, al buscar momentos para vernos, para estar juntas y seguir como durante tanto tiempo fue. A veces pienso que el no querer soltar el timón es culpa de mis apegos y egoismo, ya que son mi remanso de paz que me vuelve a lo que soy, y me pone los pies en la tierra, cuando me alejo de ello.
Tal vez deba entender que hay momentos en que debo soltar, dejar ir a las personas y probar si la vida mas tarde nos ponen en el mismo camino, o quizá sea momento de aceptar que nada es por siempre, que lo único constante en la vida es el cambio y la evolución de las cosas.
Hoy he dicidido dejar de luchar, seguir mi camino, disfrutar mi momento y dejar de esperar que todo sea como antes. El recuerdo de lo que fue, la aceptación de la convivencia esporádica y otras tantas individual, es lo que me espera de ahora en adelante.
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