Comenzó explicandome la importancia de encontrar mi propio centro, ese punto del cuerpo en el que se manejan las emociones. Con el fin de aprender a controarlo y mantener la calma ante la angustia, así como momentos de presión.
Para poder dar con él tuve que identificar en qué tipo de actividades me siento cómoda, qué momentos me generan una sensación de tranquilidad, de paz, de satisfacción, al grado de olvidarme del mundo, del tiempo y fijar mi atención tan sólo en mi mundo interior. Estos momentos no fueron complicados de identificar: al correr y al escribir.
Sin embargo aún tenía que identificar el punto del cuerpo de donde emanan las emociones y donde son percibidas, es decir, mi centro. Me recosté en un colchón, cerré los ojos y durate aproximadamente hora y media, guiada por su voz, tomé conciencia de todos y cada una de las partes de mi cuerpo. Este ejercicio me costó más trabajo, ya que aún cuando veía cómo salía luz de la boca del estómago, al recordar sensaciones de bienestar o de alguna emoción, también sentía el pecho vibrar.
Para poder poner en práctica y entrar en mi centro de manera conciente, me dejó de tarea intentar mantener la calma y recordar la sensción de bienestar ante cualquier emoción. Otro ejercicio es que al entrar a alguna habitción o al cruzar una puerta, un marco, me mentalize a que lo que pase estará bien y a que ante cualquier circunstancia estaré protegida mediante un campo que me cubre y cobija desde el centro de mi; tarea nada sencilla.
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