Con el pretexto de una boda salimos de paseo.
Tlayacapan era nuestro destino. Ninguno de nosotros imaginamos lo que ahí iba a ocurrir…
Muchas habían sido las llamadas de atención que se habían cruzado en mi camino, pero no quise entender; sin embargo a vida se encargó de encontrar la manera de ponerme un freno de mano: un ligero choque "limitó" por 3 semanas mi independencia y mi libertad. Si no había entendido, ésta era la forma en que tenía que hacerlo: trayectos acompañada por mis padres, los fines de semana en casa en familia, tiempo para descansar, para pensar en mi, en mis cosas y valorar lo que realmente importa.
Vino éste nuestro primer viaje, en el que la convivencia lejos de nuestros espacios individuales y el regreso a lo natural unió los hilos que quizá habían sido estirados más de la cuenta.
Comenzamos a vivir anécdotas como un desayuno en el que al hacerse la tecnología presente, ante los ojos de mi padre mis amigos del "tuister" (twitter) iban conmigo a todos lados, la compra de un "traje de baño" para mi abuelita donde no cupo el pudor en medio del tianguis del zócalo de aquel pueblo.
Risas, conversaciones triviales, anécdotas, planes futuros, la lectura de un libro, la lotería fueron actividades que enmarcadas por un ambiente en el que la falta de electricidad y la intensa lluvia fueron el pretexto perfecto para compartir lo que hací tiempo como familia no hacíamos.
El regreso a lo natural a través de un masaje, del temazcal, del silencio en contraste con el sonido imponente de la lluvia, me dio tiempo de pensar y de valorar lo importante de una buena conversación, de una risa, de un chiste, de una mirada, de un abrazo de la gente que me quiere.
No sabíamos lo que pasaría en ese viaje en el que comenzamos de nuevo a unir los hilos: Salimos de paseo 5 individuos y regresamos a casa 1 familia.
Tlayacapan era nuestro destino. Ninguno de nosotros imaginamos lo que ahí iba a ocurrir…
Muchas habían sido las llamadas de atención que se habían cruzado en mi camino, pero no quise entender; sin embargo a vida se encargó de encontrar la manera de ponerme un freno de mano: un ligero choque "limitó" por 3 semanas mi independencia y mi libertad. Si no había entendido, ésta era la forma en que tenía que hacerlo: trayectos acompañada por mis padres, los fines de semana en casa en familia, tiempo para descansar, para pensar en mi, en mis cosas y valorar lo que realmente importa.
Vino éste nuestro primer viaje, en el que la convivencia lejos de nuestros espacios individuales y el regreso a lo natural unió los hilos que quizá habían sido estirados más de la cuenta.
Comenzamos a vivir anécdotas como un desayuno en el que al hacerse la tecnología presente, ante los ojos de mi padre mis amigos del "tuister" (twitter) iban conmigo a todos lados, la compra de un "traje de baño" para mi abuelita donde no cupo el pudor en medio del tianguis del zócalo de aquel pueblo.
Risas, conversaciones triviales, anécdotas, planes futuros, la lectura de un libro, la lotería fueron actividades que enmarcadas por un ambiente en el que la falta de electricidad y la intensa lluvia fueron el pretexto perfecto para compartir lo que hací tiempo como familia no hacíamos.
El regreso a lo natural a través de un masaje, del temazcal, del silencio en contraste con el sonido imponente de la lluvia, me dio tiempo de pensar y de valorar lo importante de una buena conversación, de una risa, de un chiste, de una mirada, de un abrazo de la gente que me quiere.
No sabíamos lo que pasaría en ese viaje en el que comenzamos de nuevo a unir los hilos: Salimos de paseo 5 individuos y regresamos a casa 1 familia.
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