Si pudieramos decir qué es algo que por naturaleza no se me da, contestaría: contar chistes y las ventas.
De chica con el afán de tener un poco más de dinero del que mi papá me daba y de "los domingos" que mis abuelos me proporcionaban, me propuse emprender mi negocio escolar: La tiendita de dulces.
De chica con el afán de tener un poco más de dinero del que mi papá me daba y de "los domingos" que mis abuelos me proporcionaban, me propuse emprender mi negocio escolar: La tiendita de dulces.
Fue emocionante al principio. Compramos de todo tipo de golocinas, les puse precio y los metimos en una caja de zapatos y en una mochilita que llevaba a la escuela para comenzar así el primer negocio de mi vida. Sin embargo al momento de tener que ofrecer a mis compañeras lo que traía, el gusto por las ventas se terminó. Después de un par de semanas vino la quiebra, ya que como eran mis amigas les fiába, no me pagaban y por pena o por olvido no les cobraba, además de que como se me antojaba mi propia mercancía, los que no salían me los comía.
El segundo intento de negocio fueron paletas de cereal cubiertas de chocolate, mismas que preparamos en casa. Las primeras se vendieron sin problema entre mis amigos y parientes, pero después de las compras por "buena onda" se complicó la cosa, ya que tuve que salir a tocar casa por casa para venderlas. Ese fue el momento en el que reafirmé que ofrecer productos, y por lo tanto las ventas, no eran lo mío.
Vender servicios también es parte de la historia de las vendimias fallidas. En alguna ocasión por la módica cantidad de $30 pesos ofrecí el servicio de lavar los autos de mis vecinos... Gracias, tardé más de 4 horas lavando 2 coches. Eso no fue negocio para mí, la actividad no me entusiasmó, era demasiado esfuerzo para que se ensuciaran tan pronto y pagaran tan poco.
A pesar de todos los intentos anteriores y con la idea de "las ventas no son para mi", aunque en mi trabajo tengo que vender ideas y temas con medios de comunicación, en un viaje a Taxco con motivo de una exposición y premiación de arreglos florales con la temática del vicentenario, se me ocurrió comprar para mi un par anillos con piedras que llaman mucho la atención. Sé que no es un artículo de primera necesidad, pero sí es un gusto que muchas mujeres se quieren dar, así que decidí emprender una vez más la vendimia.
Así comencé un nuevo changarro, compré 11 modelos diferentes y me hice a la idea de que debía mentalizarme a que vendería todo, que dejaría de lado la pena de ofrecer y enseñar los productos, que no iba a fiar hoy y mañana tampoco, todo esto con el fin de tener una "entradita" extra a mi salario para poder ahorrar y viajar.
Con todas estas cosas en la cabeza, el primer día en menos de 3 horas vendí 6 anillos. Aún me faltan 5, pero confío en que pronto se venderán; así que en menos tiempo de lo que pensé regresaré a Taxco a reinvertir y continuar con la primera vendimia exitosa.
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