No sabia que tenía tantas ganas de conocer esta hermosa ciudad.
Todo comenzó en el tren de Milán a Venecia, ahí conocí a un productor de cine de LA y a una abogada especializada en propiedad intelectual. Ella le preguntó que si LA es como en las películas, para mi estar en Venecia era estar en una película.
Supe que para mi era cumplir mi propia historia de Hollywood al ir caminando por sus callecitas llenas de tiendas, donde la gente luce sus abrigos, gorros y guantes, al escuchar a los inconfundibles mexicanos cantando en las góndolas, cada que un italiano aventaba besos, al disfrutar desde lo alto de la torre la vista panorámica de la ciudad, al ver el atardecer desde el Gran Canal.
Caminé a la orilla del canal, resistí al frío, caminé junto a los enamorados, cené una crema con licor que se llama Zabaione en el café Florian, el más antiguo de la ciudad, disfruté de los hermosos paisajes anhelando dos cosas: tener un buen fotógrafo permanente que me retratara en cada uno de esos momentos que tanto me gustaron y que hubieras llegado para que estuvieras aquí conmigo, a mi lado.
Wednesday, March 21, 2012
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